La casa familiar, los cobertizos para los aperos, la pequeña iglesia y la nave
de las vacas. Es como un pueblo en miniatura, con su plaza perfectamente
engalanada y cuidada. Sin embargo, se trata del hogar, campo de trabajo,
fábrica de sueños y lugar de vacaciones de una familia a cuya devoción por
las vacas no es fácil ponerle un adjetivo neutro.
Antonio Rodríguez (53), Gloria García (50) y el hijo de ambos, Yago (26), son esa
familia que, con la ayuda de Ramiro Rodríguez (83) padre del primero, viven por y
para la explotación de vacuno lechero que, hoy por hoy, son referente inexcusable
en el ámbito de la mejora genética frisona en toda la península ibérica, especialmente
en lo que a morfología se refiere. Es Antonio quien contesta a la mayoría de
nuestras cuestiones. |